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Nacional

Disfunción sexual, síntoma desapercibido en mujeres con esclerosis múltiple

diciembre 22, 2021

La difusión sexual y cómo afecta a las mujeres.


Redacción Portada


Información de la Universidad Nacional

En 43 mujeres con esclerosis múltiple (EM) tratadas en el Programa Esclerosis Múltiple del Hospital Universitario Nacional (HUN), la frecuencia de disfunción sexual es cercana al 33 % de esta población (similar a la prevalencia en la población general colombiana), siendo la pérdida de deseo sexual el trastorno más frecuente.

El doctor Rubén Darío Arenas Díaz, especialista en Neurología Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), identificó y caracterizó los trastornos de la función sexual femenina en mujeres en edad fértil con diagnóstico de EM en el HUN.

Otro hallazgo de su trabajo fue que el dolor al tener relaciones sexuales se presentó en alrededor del 15 % de las mujeres con EM, mientras que otros estudios muestran que este se da en entre el 7 y 8 % de la población general.

La EM es una enfermedad clasificada como limitante e inflamatoria del sistema nervioso central y que puede afectar múltiples dominios neurológicos, pero con frecuencia se pasa por alto el papel de este sistema en la función sexual.

El doctor Arenas explica que “cuando un hombre afronta disfunción sexual hay una tendencia mayor a que lo comente; además los síntomas comienzan a ser más evidentes y parece que puede ser más discapacitante. Sin embargo, cuando quien afronta esta situación es una mujer con EM se suele pasar por alto”.

Una revisión de otras investigaciones evidenció que en otros países la disfunción sexual de las mujeres con EM puede llegar hasta el 70 %, razón por la cual decidió indagar cuál era la frecuencia con la que se presentaba y de qué tipos en el programa del HUN.

“Cuando hicimos el estudio teníamos alrededor de 400 pacientes, 246 de los cuales eran mujeres. Este se realizó de manera prospectiva, para lo cual se implementó una escala del índice de función sexual femenina (IFSF), herramienta validada en Colombia y que cuenta con una buena capacidad de predicción de aquellas personas que estaban en riesgo de presentar disfunción sexual.

El doctor Arenas señala que se incluyeron mujeres que no tenían ninguna otra enfermedad que les pudiera generar disfunción sexual, como por ejemplo aquellas que habían sido sometidas a cirugías para la modificación de su sistema reproductivo, en situación de embarazo o en la etapa de menopausia, donde la función sexual se modifica naturalmente.

Por último se analizaron 47 pacientes con una edad promedio de 35 años, con estudios universitarios, con algún tipo de relación estable de pareja, trabajadoras y con un grado mayor o menor de discapacidad. El especialista amplía que la muestra estaba conformada por mujeres que tenían alrededor de seis años con la enfermedad, la mayoría estaban bajo alguna terapia modificadora de la EM, y generalmente con niveles bajos de discapacidad. La mayoría tenían algún deseo sexual o había estado en embarazo en algún momento de su vida.

“Lo más importante es la identificación oportuna”

Según el doctor Arenas, la disfunción sexual es una manifestación de la enfermedad que puede pasar por alto si no se indaga con la paciente, por lo que es esencial identificar qué tipo de disfunción sexual presenta.

En las mujeres esta afección se clasifica en tres grupos: primaria, cuyos síntomas llevan a alteraciones del deseo sexual, como por ejemplo alteraciones del sistema nervioso autonómico, que regula el flujo sanguíneo, la sensibilidad o percepción de esas emociones relacionadas con la función sexual.

También están los trastornos secundarios, en los cuales se presenta el aumento de contracción muscular en reposo de los músculos, lo que impide mantener algunas posiciones por un tiempo prolongado y genera algún tipo de incomodidad al momento de tener relaciones sexuales.

Los trastornos terciarios se relacionan con problemas psicológicos como ansiedad y depresión, que pueden impactar en la sexualidad de la persona. Menciona además que cuando se identifica el tipo de trastorno se puede tratar, y si por ejemplo es un problema de lubricación se pueden usar productos que ayuden, pero si el problema es una contracción muscular, se pueden usar medicamentos que mejoren estas dificultades, y en general, si es psicológico es necesario acudir a servicios de psicología y psiquiatría.

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